“Cada una desde su experiencia fue dándome una idea de quien fue esta mujer…”

Artículo para la reflexión

Allin

Estamos viviendo tiempos difíciles tanto a nivel nacional como mundial y en medio de todo esto el Señor resucitado nos alienta a poder    confiar y creer en su luz.

Particularmente la congregación celebra la pascua de Sta. María Eufrasia, mujer admirable y llena de esa luz, esa del Señor resucitado que la impulsó aun en tiempos de incertidumbre.

Estando en el proceso de discernimiento, como joven me surgen algunas reflexiones que me gustaría compartir con ustedes.

Es un hecho que tenemos muchos libros, tanto históricos como espirituales, para conocer la vida exterior e interior de Santa María Eufrasia; su infancia, adolescencia, inicios en la congregación, el generalato, las fundaciones por el mundo, entre otras. Pero me gustaría detenerme en aquello que a mi me ha servido mucho, tal vez no para conocerla desde la intelectualidad, sino para conocer el espíritu que habita en cada una de las hermanas que por mucho tiempo han bebido de su espiritualidad y han mirado a Jesús Buen Pastor desde su óptica.

Esta tradición oral que no hace más que dar a conocer cómo este testimonio ha sido tomado, transformado y germinado en cada una de ustedes, esto, me hace recordar la primera pregunta que les hice al conocerlas: ¿Quién es Sta. María Eufrasia? Cada una desde su experiencia fue dándome una idea de quien fue esta mujer, en la historia de su congregación, pero también en la propia historia vocacional, eso me maravilla, pues siento que en cada una hay una expresión de ella, un gesto, que debe haber sido significativo para cada una en particular y hoy se expresa de manera natural.

Escucharlas y reconocer el espíritu vivo de ella, me hace reafirmar la fuerza que tiene ese legado, un legado que con tanta fuerza ella quiso legar a sus amadas hijas.

Escuchar a una hermana mayor relatar su historia y verse reflejada en la imagen del Buen Pastor, solo me habla de esa frase tan potente, “sean otras buenas pastoras”. Es que esa frase fue muy precisa, pues con mucha humildad y claridad, esta hermana relata los gestos sencillos y cotidianos que tal vez muchas veces pasaron desapercibidos, pero quedaron impregnado en el corazón de las jóvenes y niñas que estuvieron a su cuidado. 

Por otro lado, en mi paso por el pre-noviciado -y desde antes-, en el discernimiento, la vida de Sta. María Eufrasia, ha ido acompañando y animando mi experiencia con Jesús Buen Pastor. La semana en que celebramos su pascua compartíamos parte de su vida, aquellos dolores y dificultades que se fueron presentando, pero también la confianza con la que enfrentaba aquellos asuntos que estaban fuera de su alcance y que eran confiados a su Buen Dios.

La humanidad y sinceridad de esta mujer para mostrarnos sus fortalezas, pero también su fragilidad, me hacen pensar en todo el movimiento que hoy surge, en torno a la valorización de la mujer y como en ese camino de autovaloración también es preciso poder asumir mi propia humanidad con sus aciertos y errores, con sus riquezas y pobrezas que van haciéndonos a cada mujer tan única en su esencia.  

Es por lo anterior que a mí como joven me parece tan actual la imagen de Sta. María Eufrasia, una mujer que supo con todo el peso de la tradición reinventar y dar lugar a aquello importante.

Agradezco esta historia legada, que me permite reconocer con claridad de donde viene esa fuerza y valor con el cual Sta. María Eufrasia se sostenía en los momentos de dificultad.

Sean fieles amadas hijas a la luz interior que Dios se digna a enviar a cada una de ustedes, que ella las ilumine y acompañe siempre. Conf. 27

 

Por. Allison Carvajal Arias