Nueva Asesora Nacional de la Pastoral Juvenil

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Carolina Cristina Madariaga Marmolejo, recibió el jueves 14 de junio el decreto que la designa como Asesora Nacional de la Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal. La Hna. Carolina, de la Congregación de las Hermanas del Buen Pastor, estará en ese cargo por 3 años.

Entró a la congregación el 2001 e hizo sus primeros votos en 2004. Forma parte de una familia sencilla y católica de Rancagua, es la segunda hija de 4 hermanos. Estudió en un liceo técnico de esa ciudad y después de un tiempo, cuando se estaba preparando para ir a la universidad conoció a las hermanas del Buen Pastor. Allí cambió su vida para siempre.

“Yo me considero hija del Encuentro Continental, del 98, dice. Ahí volví a mi comunidad parroquial -que había dejado-, y entré en el equipo de servicio de la Pastoral Juvenil de la Catedral de Rancagua. En ese momento comenzó todo mi proceso entre descubrimiento, reencuentro y mi despertar vocacional”.

La Hermana Carolina cuenta que se enamoró de la misión de las Hermanas del Buen Pastor, “en Rancagua teníamos una residencia para niñas y eso fue lo que me cautivó. Ahí empezaron mis disputas con Dios. En ese tiempo entré a la universidad a estudiar química industrial, y en ese proceso de primer año de universidad, mi discernimiento que me decía por todos lados que estar en un laboratorio no era lo que me hacía feliz. Después de un tiempo decidí entrar a la congregación y dejar la universidad, fue un golpe duro para mi familia porque era la primera hija que salía de la casa para estudiar en la universidad, con harto esfuerzo sin crédito fiscal, entonces había harto sobre mis hombros. Fue difícil con mis papás, todavía me reclaman nietos, y yo les digo en la pastoral tengo muchos, muchos, se los puedo dar todos si quieren”.

Cuenta que si bien el carisma de su congregación tiene que ver con mujeres y niños vulnerados, ella siempre ha estado ligada a la pastoral juvenil. Estudió Filosofía en el seminario San Pablo de Rauquén en Curicó, donde era la única mujer y profesó sus votos perpetuos en 24 de abril de 2010. Estudió Teología, y ha perfilado su misión en Pastoral Juvenil y vocacional, que es lo que la apasiona. Forma parte del equipo de formación de la Congregación de su provincia que abarca a Bolivia y Chile, al tiempo que se forma en Argentina en la escuela de Rula, proceso que dura tres años. Se autodefine como “una mujer intensa y súper busquilla, con mis limitaciones, Dios me ha ido puliendo”

-¿Cómo se siente ante este nuevo desafío?

-Siento un apoyo tremendo, de mis hermanas, de sacerdotes y amigos que me dicen “sí, dale, tú puedes” . Pero quiero tomármelo con calma, yo no voy a llegar a solucionar la vida de la pastoral juvenil en un mes, es un trabajo para un largo plazo, así que hay que escuchar, y escuchar y escuchar. Estamos en un tiempo de escucha en la Iglesia, muy potente. La pastoral juvenil, no como concepto si no como realidad juvenil pasa muy rápido. Tenemos que estar muy atentos, porque estamos pensando todavía en el joven del año pasado, y el de este año ya es otro. Eso me mueve y además me asusta un poco porque podemos dar respuestas tardías a esas realidades. Los jóvenes viven en un mundo terriblemente veloz, en una dinámica que a ellos mismos los agobia, y más a nosotros. Creo que ese es el desafío, estar mucho más atentos a una realidad de Iglesia que estamos viviendo en el que hay que solucionar muchas cosas a corto, mediano y largo plazo y que toca y afecta profundamente la vida de los jóvenes.

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