La Serena/Chile
Cada año hacemos los preparativos para la navidad y esperamos el momento en que las diferentes comunidades nos juntamos en un evento especial en nuestro centro. El evento navideño se transforma en una jornada de ajetreo, bullicio, gritos de niños y rostros de alegría, abrazos y sorpresa al recibir los presentes. Pero esta pandemia, tanto como dejarnos con una sombra de miedo al enfrentarnos a lo desconocido, también nos ha dado la oportunidad de replantear la navidad.
Este año, nuestro evento navideño, quizás, sin darnos cuenta, volvió a sus orígenes, como en la intimidad y sencillez del pesebre, ya que la pandemia nos ha obligado a entregar los presentes en forma individual, instancia que nos brindó la oportunidad de tener un momento de pausa y de diálogo sincero con quienes hoy le damos una mano. En estos días que la personas viven la Navidad entre la sencillez de pesebre y la contracción del consumismo, la pandemia nos ha recordado el ambiente que rodeaba aquel establo de Belén, que lo imagino estaba inundado de tranquilidad y sencillez. Pues bien, de manera inconsciente, el momento de encuentro con cada uno de nuestras hermanas y hermanos que llegó a recibir su presente, metafóricamente, se convirtió en un pequeño Belén, en el que la intimidad y la acogida eran las luces de cada uno de los encuentros.
Por. Fundación Madre Josefa/Laura Zamorano