Josefa Fernández Concha nació el 15 de Marzo de 1835. Sus padres fueron Pedro Fernández Recio y Rosa de Santiago Concha. Recibió una esmerada educación.
Josefa tiene 27 años y está en lucha interna. Tiene novio pero percibe dentro de sí una fuerte llamada a servir a Dios en la vida religiosa: juntos hacen un profundo discernimiento sobre el rumbo que han de tomar y después de un retiro espiritual deciden, ella ser religiosa del Buen Pastor y él ser sacerdote.
Ingresa al noviciado de Santiago en 1862 y en 1863 pronuncia sus Votos Perpetuos y recibe el nombre de María de San Agustín. Ese mismo año, es nombrada superiora interina de la Comunidad.
El proceso espiritual, administrativo y material muy pronto se dejó sentir. Se produce un gran auge en las vocaciones, como también peticiones, para fundar nuevas Casas del Buen Pastor, en Chile, Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay. En todas partes ella dejaba la impronta de su iniciativa. De su seguimiento de Jesús Buen Pastor y de su infatigable búsqueda de recursos y capacidad de entrega.
Tiene a su haber 35 fundaciones, todas ellas plenas de heroísmo e iniciadas muchas veces sin más capital que la Providencia Divina y la implacable pobreza del barrio que las esperaba. Se instalaba personalmente en sus comunidades y compartía las carencias y múltiples incomodidades de los principios.
Todo esto ¿por qué? ¿Qué la animaba? Su seguimiento de Jesús Buen Pastor, que va tras la oveja perdida, en las mujeres más desposeídas, heridas física y moralmente por situaciones injustas. Josefa llegó lúcida hasta el final de sus días. Murió el 13 de enero de 1928. Se despidió con una sola palabra: ¡Perdón! Iniciando su vida nueva reconciliada con Dios. Actualmente, se encuentra en proceso de beatificación.
En reconocimiento de su compromiso social, la Congregación impulsa la Fundación "Madre Josefa".