Recordando a la Hermana Rosa Apaza

Santiago/Chile

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A sus 65 años de edad, murió la hermana Rosa Apaza el 12 de septiembre de 2022, conocida por todos como una mujer sencilla y humilde, pertenecía a la comunidad de Oruro en Bolivia. Sin embargo, falleció en la comunidad de Nazaret en Chile.

Fueron muchos corazones en los que la hermana Rosa dejó huellas, ahora algunas de estas personas la recuerdan con cariño y amor tras dejar este mundo para acercarse al Señor.

Fabiola Sánchez, ex partner laica en la Misión, conoció de cerca a la hermana Rosa, decía que la hermana se caracterizaba por su gran corazón y capacidad de amar y, también, que aprendió muchas cosas en el tiempo que pasó con ella:

“Hermana Rosita, me enseñó que las frases son vacías cuando no se actúa con el corazón y que los valores más grandes del ser humano son la lealtad, la gratitud, el amor, la humildad y el perdón, valores que ella poseía con naturalidad y los practicaba de manera simple y sin prejuicios. 

Recuerdo con mucho cariño y nostalgia las tardes arando en el jardín, los viajes, los días que se hacían especiales, el compartir con la gente, cada momento vuelto en aventura, y cargado de risas. Siempre fue una mano amiga que hacía que hasta el momento más obscuro se convierta en un aprendizaje. 

Fue difícil decir adiós, más aún cuando teníamos tantos planes que quedaron sin concluir, no estaba preparada para despedirla, pero agradezco a la vida haberme permitido cada día, hora y minuto contar con su compañía. Hoy miro al cielo y encuentro una estrella de esas que brillan sin cesar, e imagino su dulce y gentil sonrisa acompañada de “Todo va estar bien”.” Expresó Fabiola

Jeanette Huayta Márquez de la Fundación Levántate Mujer, también es una persona que quedó marcada por la presencia y cariño de la hermana Rosa Apaza, ya que trabajó con ella de cerca en varias ocasiones, dice que el poder trabajar con la hermana fue una experiencia muy especial:

“Desde mi experiencia, puedo afirmar que fue grato trabajar con la hermana Rosita, quien desde el 2007 asumió la responsabilidad de la Casa de acogida para mujeres y sus hijos víctimas de violencia en la ciudad de El Alto. Ahí surge un camino de misión donde se apropia la denominación “las warmis”, y la hermana Rosita gozaba de llamarnos así a todas las que formamos parte del equipo. 

Tengo muchos recuerdos de actividades compartidas con la Hermana Rosita, por ejemplo, el asumir riesgos juntas en equipo. Recuerdo bien, que para hacer un diagnóstico sobre la situación de violencia sexual tuvimos que hacer un recorrido por todas las calles denominadas zonas rojas de la ciudad de El Alto. Al escuchar la propuesta, la Hermana Rosita se sumó para ir con nosotras y conocer esa cruel realidad. No puedo decir que ella no sintió miedo, pero a nosotras nos transmitía una seguridad que nos permitía avanzar. “Sin miedo porque estamos juntas”, así nos dijo. Finalizó Jeannette.

Como estas personas, hay muchas más que conocieron a la hermana Rosa y fueron conmovidas por su cariño y devoción por el Señor, mostrándonos lo que puede hacer un corazón devoto como el de ella.

 

Por. Centro de Comunicación