San Felipe/Chile
Hna. María Angélica Guzmán asiste regularmente a la cárcel de hombres de San Felipe. Nos comparte su experiencia.
Todos los días viernes celebramos la Liturgia del día en la cárcel de hombres. No tenemos capilla y lo hacemos al fondo del corredor, en una sala con una puerta abierta que nos separa de los módulos donde están los internos.
Participan en la liturgia, según el módulo que abran, entre 7 y 13 personas. Allí llegan con fe a vivir la Palabra y la Comunión. En algunas ocasiones, se hace silencio en medio diferentes manifestaciones de ruido: altoparlantes que llaman a algún funcionario, voces que conversan mientras hacen aseo, gritos de un taller a otro, martillazos de una obra sin terminar o una soldadora... ¡Dios está allí, en el clamor!... y todos estamos orando y cantando junto a la “Chepita” hace ya 44 años, Elena hace 35 años y las demás cantantes que animan con su guitarra estas voces imprecisas en la melodía y las palabras. Estas son Gina y Claudina, animadoras que capté en un viaje en colectivo, todas voluntarias.
El mes pasado las celebraciones se hicieron en el taller de personas condenadas por abuso. Buen recibimiento, ni un ruido, unos alrededor de la celebración y los otros trabajando en silencio. Allí llevamos un cuadro de la Sagrada Familia, que colgaron del muro hacia el que miran.
Jesús, María y José presiden las Liturgias.
Por. Hna. María Angélica Guzmán