Testimonio para reflexionar
En tu corazón no hay excluidos/as, En tu cuerpo todos/as cabemos,
En tus lagrimas todos/as lloramos, En tu ternura todos/as existimos.
(Benjamín Buelta, sj)
Queridas amigas/os compañeras/os de camino:
Hace varios días que quería escribir lo que me esta pasando con todo lo que estamos viviendo, pero hoy después de rezar con el Evangelio del ciego de nacimiento y contemplar el rostro de Jesús en muchas mujeres aquí en la cárcel, decidí hacerlo.
Lo primero contarles que como todas las personas estoy muy preocupada y hago todo lo posible por cuidarme para cuidar a otras, por lo que frente al llamado “quédate en casa”, decidí hacerlo en mi casa casa grande “la cárcel”, si aquí, para estar junto a las mujeres, a las “presas” como muchos dicen y también junto a las funcionarias/os de Gendarmería. Ellas y ellos también están arriesgando su vida con su trabajo y creo que muy pocas personas piensan en esta realidad, siempre los agradecimientos y muy merecidos son para otras instituciones, pero no para ellos y esto me demuestra una vez mas que somos el patio trasero de la sociedad, lo que todos saben que existe pero que no queremos ver.
Aquí hay madres que sufren dolor, angustia, desesperanza, etc. por muchos motivos, los mismos que tienen las madres afuera, con la diferencia que las últimas si pueden abrazar a sus hijos/as, en cambio las privadas de libertad no. Pero aun en medio de la desolación también hay sueños, esperanzas y mucha solidaridad. Puedo asegurar que aquí la crisis sanitaria está sacando lo mejor de cada una, quizás el individualismo y egoísmo que se vive afuera donde no importa el vecino o el que camina a mi lado, aquí si es significativo, porque quienes lo han perdido todo saben que todo lo demás es gracia.
Lo segundo contarles que el domingo 22 de marzo viví una experiencia maravillosa. El que no pudiéramos celebrar la Eucaristía, significó ir patio por patio a compartir un momento de oración y me sorprendí de las oraciones que ellas elevaban, también del compartir de la palabra, ya que fueron identificándose con el ciego de nacimiento. Ellas son las que están al borde del camino sin poder ver y le rogaron a Dios que sanara su ceguera del corazón, pero que también sanara la ceguera de todas las personas que a ellas no las ven, aquellos hombres y mujeres que solo se ven así mismo. Realmente fueron momentos de grandes aprendizajes y reafirmé una vez lo que cantan con el alma que “Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro…”, así es, Dios está en cada una, en su historia, en su familia por eso muy confiadas rezaron con fuerza la antífona del salmo 22: “El Señor es mi Pastor, nada me puede de faltar”.
Y por ultimo narrarles que es impresionante después del encierro de las mujeres quedarme sola aquí en mi espacio de la capilla, el silencio me habla. Creo que nunca me había detenido a escuchar el silencio y mientras lo hago pienso en lo vivido en el día y se agolpan a mi mente sus caras, sus historias y lo que cada una estará viviendo en medio del bullicio en su dormitorio. Ésta es la vida aquí, hay mucha muerte, porque “en tus lagrimas todas lloramos” pero también hay Resurrección, porque “en tu ternura todas existimos”.
Hna. Nelly León Correa rbp
Capellana Católica
Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín