Santa María Eufrasia, como muchas fundadoras de órdenes y congregaciones religiosas, se distingue por su capacidad para realizar un Proyecto que generaría una acción liberadora sobre la población femenina, más allá de las propias fronteras, porque su misión abarcaría el mundo entero.
San Juan Eudes, concibe una orden para atender a las mujeres que ejercían la prostitución en 1641, en Caen, Francia, y casi dos siglos después, María Eufrasia Pelletier extiende esta acción. Desde 1829 hasta 1868, año de su muerte, funda 110 casas en 16 países, con numeroso personal de hermanas que acogían además a niñas, jóvenes y mujeres vulneradas.
Es impresionante el rápido crecimiento de esta empresa a la que se abocaron más de mil hermanas, dedicadas de vida y de corazón, con pasión y energía, sin arredrarse ante las dificultades, para sustraer de la explotación, de la pobreza y discriminación a mujeres, pisoteadas además en su dignidad.
Madre María Eufrasia Pelletier, cuyo nombre de bautismo era Rosa Virginia Pelletier nace en Francia a fines del siglo XVIII, justo en la época en que las mujeres francesas hacen pública su actividad política a favor de la gran revolución…la revolución femenina. En unas pocas páginas que constituían sus peticiones, presentan a Luis XVI, el primer documento de la mujer, particularmente el derecho de recibir educación completa y adecuada, como la de los varones.
Este bullir femenino empezó como una suave oleada, para transformarse más adelante en una gran marea en el océano del pensamiento, de las costumbres y del actuar femenino occidental.
Eufrasia fue una mujer de su época, sensible a las inquietudes y signos del tiempo histórico que le tocó vivir. En esa época, la voz de los pobres, de los discriminados en los rostros de los obreros, las mujeres y los niños explotados, lanzaba su clamor.
María Eufrasia intuye esas voces en el corazón de Dios, y busca un camino y lo encuentra en la vida religiosa, espacio fecundo para redimir ciertas formas de esclavitud. Su opción es por la mujer y los pobres, porque sin duda ha captado que la pobreza es mayoritariamente femenina, y que, entre los grandes grupos marginados, clama por su liberación el mundo de la mujer.
Podríamos sospechar que estos análisis responden a una interpretación de la perspectiva eufrasiana, y que ella no tuvo conciencia de estos fenómenos sociales como la lucha contra la pobreza y la revolución femenina. Ella nunca dejó algo escrito sobre estos temas y tampoco conocemos algo transmitido a sus íntimos. Pero Eufrasia era una visionaria, una mujer de futuro, y nos lanzó al siglo XXI para recoger lo que el Espíritu le soplaba.
Rosa Virginia, fue contemporánea de grandes mujeres que se distinguieron en la lucha por conquistar los derechos del sexo femenino, muchas veces asociados al de los obreros: Olimpia de Gonges, Madame Boland y Charlotte Corday habían muerto en la guillotina por ejercer su derecho a discernir, expresar públicamente sus opiniones y participar en política.
Charlotte Corday Olimpia de Gonges Flora Tristán
Madame Staël, una mujer que, con su salón, su pluma, su espíritu y su inteligencia se adelantó a los tiempos; precursora del feminismo e intelectual, madame de Staël expresó sus ideas más allá de las censuras patriarcales, enfrentándose incluso con Napoleón. A Aurora Dupin (Seudónimo: George Sand, fue una destacada escritora, periodista y revolucionaria francesa). Flora Tristán (Creó la “Unión Obrera” fue el primer intento por unir a los trabajadores en un frente único). Esta última escribía “Los límites de nuestro amor no debe ser nuestro jardín, los muros que ciñen nuestra ciudad, las montañas o los mares que limita nuestros países. Desde ahora, nuestra patria debe ser el universo”.
Eufrasia diría: “Soy de todos los lugares dónde hay almas que salvar” … “no se diga de mí que soy francesa o italiana…” o “un pequeño rincón de la tierra no basta al celo de una hermana del Buen Pastor, éste debe abrazar el mundo entero”
Este grupo de libertarias, defendía el derecho a la igualdad, la libertad, la fraternidad y la solidaridad.
María Eufrasia frente a una Iglesia profundamente jerárquica y machista, tuvo que defender su proyecto del Generalato. Los conventos femeninos dependían en aquel entonces, (Siglo XIX), de los obispos en cuanto a su gobierno y decisiones y cuando ella solicitó a Roma que los conventos del Buen Pastor dependieran de una Casa Central, bajo el gobierno de una Superiora General, vale decir de una mujer, tuvo muchos enemigos miembros de la Iglesia, particularmente obispos que se oponían al proyecto.
Si de liderazgo se trata, el de Eufrasia Pelletier en la Congregación del Buen Pastor, fue un servicio en justicia a las personas, fecundo en ternura, disponibilidad y dignificación de la mujer, amén de su eficiencia. Lucha por los derechos femeninos, ya no dentro de un ángulo político, o artístico… sino religioso, y profundamente humano.
Monseñor Nogret había dicho a las Hermanas de Dole: “¡Qué mujer vuestra Superiora! Es una cabeza para gobernar la Iglesia entera” … añadamos gobierno de amor, centrado en la persona.
Por. Centro de Espiritualidad