Padre, Doctor y Apóstol del culto litúrgico a los Corazones de Jesús y María.
Esta semana, hubo tres momentos que trajeron a mi memoria la canonización de San Juan Eudes, realizada el 31 de Mayo de 1925, con el título de Padre, Doctor y Apóstol del culto litúrgico a los Corazones de Jesús y María. Padre, porque es el iniciador de esta devoción, Doctor, por su extensa doctrina teológica y Apóstol por ser el gran difusor de este culto.
Sin embargo, lo que esta semana hemos estado revisando, es su doctrina y enseñanzas sobre el bautismo, doctrina que nos enseña que el Bautismo es un Contrato solemne e inclaudicable entre Dios y el ser humano, a quien llama en forma personal para hacerle conocer su amor y otorgarle la salvación, lo que se sería muy bueno recordar en esta fecha.
Evocar la canonización trae a la mente su larga y fecunda vida de amor y entrega que se cristalizó en fundaciones, escritos y misiones, en los cuales desplegó toda su pasión por hacer vivir y reinar a Jesús, en el corazón de sus contemporáneos franceses y en todos quienes se han beneficiado de este legado, a través de los siglos.
Pero sin duda alguna, la imagen que más sentido me produce en estos tiempos de pandemia, es aquella que lo muestra visitando y sirviendo a los apestados de Argentan, y durmiendo en un tonel en el campo, para evitar contagiar a sus compañeros, cuando era un sacerdote recién ordenado. Este celo suyo por llevar misericordia y compasión a quienes sufrían los efectos de la peste sin ser atendidos, me hace preguntarme ¿cómo podríamos ser portadoras de mayor compasión para quienes sufren en estos momentos en que las medidas sanitarias nos tienen confinadas en nuestras comunidades?
Creo que este nuevo aniversario de la canonización de nuestro fundador, es una buena ocasión para hacernos esta pregunta y como comunidad provincial buscar algunas respuestas.
Como nos enseñó San Juan Eudes, hagámoslo con un “Gran Corazón y una Decidida Voluntad”.
Por. Hna. Francisca Ponce Castro