Preparada por Margaret Lynch Representante ONG - Ginebra
"Se oyó una voz en Ramá, llantos y grandes lamentos. Era Raquel, que lloraba a sus hijos y no quería ser consolada porque ya estaban muertos." Mt 2, 18
Cuán difícil es llorar la pérdida de un ser querido; cuánto más cuando ellos han sido brutalmente asesinados; cuán inimaginable aun cuando están desaparecidos, presumiblemente torturados y asesinados y te quedas sin conocer la verdad, sin siquiera un cuerpo para llorar sobre él.
Esta es la situación que tantos padres, esposas e hijos/as encuentran cada día en todo el mundo. Estos son las Raqueles de hoy, quienes se niegan a ser consoladas, quienes exigen verdad y justicia para aquellos que amaban
México: Nitzia y Mita, gemelos de 16 años de edad, están buscando a su madre, Nitzia Paola Alvarado, quien fue detenida por miembros del ejército el 29 de diciembre de 2009 junto con su tío José Ángel y su prima Rocío en la ciudad de Buenaventura, Chihuahua. Ninguno de ellos fue llevado a un recinto de policía o militar, y nunca fueron vistos nuevamente.
Ellos, al igual que muchos otros piensan que son víctimas indirectas de la guerra contra la droga y el delito, lanzado por el Presidente Calderón en el inicio de su mandato en diciembre de 2006. Hay no hay cifras oficiales de cuántos han desaparecido. La única indicación de la magnitud del fenómeno ha venido de la Comisión Nacional de Derechos Humanos - un organismo independiente del Gobierno - en abril de 2010, cuando reportó que había recibido 5.397 informes de personas que han desaparecido desde el inicio de la administración de Calderón, y que nunca habían sido identificados casi 9.000 cadáveres. (Fuente IPS mayo 15 2012 XV)
Filipinas: Raymond Manalo, 29 años, es uno de los pocos secuestrados que sobrevivieron para contar su historia. Raymond y su hermano Reynaldo fueron sacados de su casa por hombres armados en febrero de 2006. Las fuerzas de seguridad Filipinas acusaron a los hermanos de pertenecer al Nuevo Ejército del Pueblo, el ala militar del Partido Comunista de Filipinas. Ambos hermanos niegan esta acusación.
Los hermanos fueron detenidos en una celda de un campamento militar con otros 12 secuestrados, donde les fue dada poca comida y donde fueron regularmente torturados. "Hemos vivido como sus esclavos". Raymond dice, "aún tengo cicatrices donde marcaron mi piel con latas calientes. Ellos me pateaban, me daban bofetadas y me golpeaban mientras vertían agua en mi nariz... Pero no quería morir. Sabía que mis padres podrían estar buscándome y ese pensamiento me sostenía. Tanto a mí y a mi hermano - lo que querían hacer, por ello hemos resistido".
Un día, 18 meses después de que Raymond fuera sacado de su casa, los soldados que lo custodiaban en la granja cayeron dormidos, borrachos. Raymond y su hermano huyeron.
Después de su fuga Raymond comenzó a hablar sobre su calvario. "Yo quería presentar el caso. Quería luchar y demostrar que era una víctima y que también fui testigo de crímenes, secuestros y homicidios, llevados a cabo por el ejército. Necesito exponer las violaciones a los derechos humanos que se realizan en Filipinas y ayudar a otros que han sido desaparecidos por la fuerza... He vivido una pesadilla que siempre me ronda y que ha destruido la vida de mi familia, pero el Gobierno no ha hecho nada para ayudarme. Soy libre, pero yo no soy realmente libre. Yo ando con miedo. Quiero justicia por los abusos que he experimentado y los sufrimientos de quienes han desaparecido". (Fuente de Amnistía Internacional)
Oración de las madres de los desaparecidos en Argentina
"Jesús, dijo a las hijas de Jerusalén que lloraban por El a lo largo de su doloroso camino con la Cruz, no lloren por mi sino por ustedes y por sus hijos. Tendrán que soportar la carga del luto y la tragedia, de los ataques y las injusticias. Jesús, tu todavía sigues el camino hacia la Cruz siempre producto de los crímenes de Estado. Las madres todavía claman en duelo cuando sus hijos son ejecutados.
"Dios de los desaparecidos y de todos aquellos sin sus seres queridos, damos gracias cada día por los tesoros simples de aquellos a quienes amamos. Es la risa compartida en el café, el abrazo antes de ir a la escuela, la luz sobre el rostro de un ser querido que hace que la vida esté llena de gracia. Oramos por más humanidad de quienes son tan insensibles para perpetrar estos delitos graves. Oramos por tener la sensibilidad para llorar cuando ocurren tales atrocidades - dondequiera que ocurran y a quienquiera que le ocurran– lo pedimos por tu gracia y a través de la oración. Amén."
(De las Madres de la Plaza de Mayo, Mujeres Piadosas de la Unidad Metodista, en la página Web del Directorio General del Apostolado Mundial de la Iglesia Metodista Unida). Preparada por Margaret Lynch Representante ONG - Ginebra