Domingo del Buen Pator.
Es Jesús, que usa esta imagen pastoril para llevarme en parábola, a la naturaleza, a montes y valles, a ríos y lagos, cielos y sistemas solares, mares, y estrellas fugaces; me acerca a muchas ovejas que en realidad son personas, nosotros, la humanidad.
Él nos cuida, nos guía, ve que ninguno/a nos perdamos y si echa de menos a alguien que se ha perdido en la borrasca de este mundo, lo busca hasta encontrarlo, lo toma en brazos o sobre los hombros y con alegría se lo comunica a sus vecinos: "HE encontrado al que estaba perdido", y se arma la fiesta.
Espanta a lobos, zorros, aves de rapiña que se acercan para arrebatarnos de su mano. Mil peligros nos acechan, pero Él está con nosotros. Por las noches nos guarda en el aprisco de su corazón.
El Pastor nos alimenta, nos pone una mesa con mantel largo para celebrar la Cena. Es la Eucaristía en que Él mismo se nos da en alimento. Misterio grande es esta Fiesta que Él ha organizado para nosotros. Pero así es Jesús el Pastor, amante de las fiestas y celebraciones, gozoso aún en el dolor.
Es increíble cómo nos ama; Él, el Pastor y oveja, se inmola por nosotros como cordero inocente, de modo que el pastor se hace ovejita. Así nos muestra cómo ser pastor y pastora, diligente, preocupado hasta fatigarse por los demás y entregar la vida para salvarnos del peor de los lobos, que es el pecado, pecado que tiene mil caras: abusos de toda índole, físico, psíquico; dominación, violencia verbal, gestual, sexual...codicia, idolatría del dinero, injusticias, aprovechamiento de los y las más débiles, comercio con personas.
Jesús se hace oveja, cordero degollado, en todas éstas y otras víctimas de violentos y poderosos.
El Buen pastor nos salva, redime a la humanidad y al cosmos con su muerte liberadora, liberación que nos llega con el Resucitado. Misterio grande que se realiza en todo y en todos, en momentos de crisis y de paz consumando así un mundo nuevo.
Siento que El Pastor va en busca del mundo de un modo insospechado.
Hna. Angélica Guzmán Vicuña.