Mayo, mes de la madre, no podemos dejar de recordar las grandes enseñanzas de nuestra Santa Madre quien, y siguiendo a muchos de sus devotos seguidores, fue una Santa. "Sed santas porque servís a un Dios santo, cuya voluntad es que seáis santas. En esto se resume todos los deseos de mi corazón" frase que repetía una y mil veces a sus "amadas hijas".
La Madre Pelletier tenía un gran sentido de administración, de trabajo metódico; su cuarto ponía de manifiesto su espíritu de pobreza religiosa. El privilegio de la pobreza, afirma, es un medio para salvar el mayor número de almas porque con austeridad y orden se pueden sostener las obras y emprender otras.
A veces la Madre Pelletier se siente aterrada por su vocación personal, como así también por la de todas sus hijas. Si supieseis cómo tiemblo pensando que no estoy a la altura de mi obligación hacia Dios y hacia vosotras... ¡Qué necesitada estoy de oraciones! ¡Qué misión!... Cuando considero lo que hace un médico para salvar la vida de los cuerpos, cuántos estudios para lograrlo, me cuestiono a mí misma, me reprocho no hacer otro tanto para salvar la vida de las almas, que son infinitamente más preciosas que la vida de los cuerpos. Para conseguirlo hay que saber sufrir y soportar muchas penas y privaciones... Me siento consumida de celo cuando medito sobre nuestra vocación.
La intensidad de su vida espiritual, lejos de de secar sus cualidades humanas, las afirma y mantiene su corazón siempre vigilante hacia los otros, hacia todos los otros. Llega un momento en el alma de los santos, en que el amor a Dios y el amor a todos los hermanos se funden en un solo amor.
Texto extraído del libro "Nada es imposible al amor". María Dominique Poinsenet