“Dejad que los niños vengan a mí”, Mt 19: 14
“Y el que en mi nombre reciba a un niño como éste, me recibe a mí”. Mc 9:37 “De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños”. Mt 8, 10. 12-14
“Les aseguro que si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los cielos. El que se haga pequeño como este niño será el más grande en el Reino de los cielos” Mt 18, 1-4
¿Cuál será el eje central del mensaje cristiano en estos textos bíblicos?
El niño es un ser humilde, no posee nada, no tiene ambición, no conoce la envidia, no busca puesto privilegiados, no tiene nada que aportar ante la avidez de los adultos, admite su pequeñez, debilidad y sencillez de corazón no como pasivos de su vida, sino que como un hecho. Dichos atributos que los adultos tratamos de no reconocer como tal, son requisitos indispensables para construir el Reino aquí en la tierra. Lo importante de estos atributos son los que determinan la forma en que debemos relacionarnos entre nosotros y con Dios. Yo y tú somos prójimos, hermanos, hijos del mismo padre, iguales en dignidad. Es el mensaje que trasmiten los niños que ni siquiera saben de apellidos, razas, religiones, ingresos, etc. Que no se preocupan del mañana sino que viven el instante; que juegan, ríen y pelean para después arreglarse entre ellos sin deseos de venganza. Por nuestra parte, los adultos les enseñamos “modales” y los forzamos a pedir perdón. Lo hacen, pero no necesitan saber qué significa el perdón y hacia dónde nos lleva.
¿Cuándo le arrebatamos su niñez? Cada vez que no los tratamos como personas. Es decir, cuando no validamos sus derechos, como por ejemplo, no lo consideramos, no lo escuchamos, lo obligamos, lo castigamos, lo ignoramos, nos burlamos de sus yerros, le delegamos tareas de adultos, lo utilizamos como si fuesen mayores, lo confundimos con nuestra inconsecuencia personal, le mentimos, lo decepcionamos, no lo queremos, no lo protegemos, no lo educamos, lo dejamos a cargo de hermanos menores, lo hacemos trabajar en cualquier cosa de modo que puedan aportar “monedas a la casa”.
En la gráfica del informe ‘Progresos contra el trabajo infantil’ de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se nos dice en qué están los 168 millones de menores de edad que trabajan en el mundo, 85 de los cuales desempeñan trabajos peligrosos. En el 2000 eran 246 y 171 millones, respectivamente. "Vamos en la buena dirección pero los avances son demasiado lentos. Si queremos realmente poner fin a este azote del trabajo infantil en un futuro cercano tenemos que redoblar los esfuerzos a todos los niveles. Existen 168 millones de buenas razones para ello", dijo el director general de la OIT, Guy Ryder. Por sexo, el trabajo infantil ha caído 40% en el caso de las niñas y 25% en el de los niños. La agricultura es el sector que más los emplea -98 millones, es decir, 59% del total de niños-, seguido por el sector servicios (54 millones) y la industria (12 millones). La región de Asia-Pacífico es la que posee el mayor número de casi 78 millones (9% de su población infantil); aunque también es la región que ha logrado mayor descenso en los últimos cuatro años (-31%). Por su parte, África subsahariana registra la tasa más alta, 21% de la población infantil de esa región que corresponden a 59 millones de niños trabajando. En Oriente Medio y África del norte trabajan 9,2 millones y en América Latina y Caribe, 12 millones que representan el 9 por ciento del total y donde menos avances se han conseguido en los últimos cuatro años, con un descenso de sólo el 11 por ciento desde el 2008.
Thomas, funcionario de la OIT se refirió a estos menores números como un progreso "muy positivo", pues se temía que la crisis mundial de los años 2008-2009 y sus secuelas produjeran un incremento en el número de familias que recurrieran al trabajo infantil como forma de subsistencia. Esto no ha ocurrido por dos motivos: por un lado, porque "las economías en desarrollo se recuperaron más rápido de sus efectos" y por otro, porque "el lento crecimiento posterior ha reducido la demanda de mano de obra, incluida la de menores". "A medida que estas economías se recuperen, habrá que vigilar que no recurran al trabajo infantil para salir adelante".
¿Qué se entiende por trabajo infantil? Son las numerosas y diferentes formas de trabajo que realizan niños de 5 a 17 años. Algunas son difíciles y exigentes, otras, más peligrosas e incluso reprobables desde el punto de vista ético. El término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. No todas las tareas realizadas por los niños corresponden a la forma de trabajo infantil que se ha de eliminar. Por lo general, la participación de los niños o los adolescentes en trabajos que no atentan contra su salud y su desarrollo personal ni interfieren con su escolarización se considera positiva. Entre otras actividades, cabe citar la ayuda que prestan a sus padres en el hogar, la colaboración en un negocio familiar o las tareas que realizan fuera del horario escolar o durante las vacaciones para ganar dinero de bolsillo.
En las formas más extremas de trabajo infantil, los niños son sometidos a situaciones de esclavitud, separados de su familia, expuestos a graves peligros y enfermedades y/o abandonados a su suerte en la calle de grandes ciudades, con frecuencia a muy temprana edad.
A pesar de las numerosas formas diferentes que adopta el trabajo infantil, es prioridad eliminar cuanto antes sus peores formas (Art 3, Convenio núm. 182 de la OIT):
• toda forma de esclavitud o práctica análoga, como la venta y la trata de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo, y el trabajo forzoso u obligatorio, incluido el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados;
• la utilización, reclutamiento u oferta de niños para la prostitución, producción de pornografía o actuaciones pornográficas;
• la utilización, reclutamiento u oferta de niños para la realización de actividades ilícitas, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, tal como se definen en los tratados internacionales pertinentes, y
• el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños.
¿En qué condición respecto al trabajo cree que quedaran los niños en los países con actuales conflictos armados?
¿Cómo piensa que producirán en el futuro los que ahora son niños trabajadores en el sudeste asiático?
¿En su localidad, ha identificado algún lugar/familia/colegio/ donde se cometa este tipo de abuso infantil?
¿Sabe lo que ha hecho su país para terminar con el “peor” trabajo infantil?
Comisión Justicia y Paz Bolivia/Chile