Queridas Hermanas, laicas y laicos:
Con la solemnidad de Cristo Rey clausuramos el Año de la Fe. Durante este tiempo hemos profundizado las verdades de nuestra fe, en medio de un mundo con antivalores que desdibuja la creación de Dios. Por ende, nuestro testimonio de vida, será la consecuencia de lo que hemos vivido en este año.
Este acontecimiento nos encamina al nuevo Año litúrgico de Adviento, tiempo privilegiado que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro, con expectativas de buenas noticias, esperanza que implica serenidad, confianza que vendrá algo mejor, que nos hace estar despiertas, despiertos y mirar la realidad con los ojos de Dios.
Hemos vivenciado con gozosa esperanza el Capítulo Provincial, comprometiéndonos a engendrar y hacer nacer a Jesús en nosotras, atentas al signo de la erupción de Dios presente en nuestra realidad, ser voz profética, vivir en solidaridad con los que están en los márgenes, favoreciendo en las comunidades el bien común, conscientes que nuestra misión es humanizar. “Humaniza la fe, la transparencia, la justicia, la verdad, el cariño, el trabajo” (Editorial Revista Testimonio Septiembre- Octubre.).
Adviento nos desafía hoy a vivir el sueño de Dios, que seamos uno, transformando con vientos nuevos, nuestras estructuras, mentalidades y forma de relacionarnos con las hermanas y hermanos para escribir una nueva historia. “Jesús viene siempre, está viniendo continuamente a nuestras vidas, en las personas, en el trabajo, en la comunidad, en nuestro interior…”
Movidas por el ejemplo de María, que se dejó guiar por la fe, acogió confiadamente con humildad y disponibilidad el sueño de Dios, el Verbo Encarnado, nos regale las gracias que necesitamos para testimoniar la Buena Nueva en el mundo de hoy.
Con un abrazo cariñoso,
Hna. Ma. Cristina Opazo Hna. Adela Reyes