Miremos el Rostro de Cristo Crucificado:
Rostro de Cristo, rostro del hombre.
Ante el rostro del hombre que sufre, está siempre, de perfil, el rostro de Jesús. Y más miras el del hombre, más descubres que detrás hay necesidad de su rostro.
Y más lees el rostro de Jesús, más sientes que se encarna hoy en los miles de sufrimientos de nuestro tiempo, y que Él ya está presente en cada lágrima y no la deja sin respuesta. Nos mira, nos observa y la enjuga, como hizo con la traición, con la negación de Pedro.