“Mis queridas hijas, tenéis en cierta manera, la misma vocación que la Madre de Dios”(SJE. Lect. 26)
Desde el momento en que se anuncia la llegada de un hijo o hija, independiente de la edad de la futura madre y sobre todo cuando es primeriza, se experimentan sentimientos especiales entremezclados como un torbellino de dudas y emociones ya que esto implica un cambio de vida, de hábitos, de responsabilidades que influyen muchas veces en la forma de mirar el mundo
surgen interrogantes como:
¿seré capaz de ser un buena madre?
¿cómo organizaré el cuidado del bebé?
¿cómo puedo conjugar mi vida y la maternidad?
¿quiénes me pueden apoyar en la crianza de mi hijo(a)?
En resumen, una serie de preguntas, inquietudes y expectativas que se enfrentan gradualmente.