Hemos vivido recientemente un singular acontecimiento congregacional, anhelado por muy largos años: la fusión de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad con nuestra propia Congregación. Con un profundo gozo espiritual y con la más honda gratitud al Buen Pastor, nos unimos desde el extremo norte del país a esta histórica celebración.
Quisimos darle el marco adecuado dentro de nuestras posibilidades. Con tiempo, mediante informaciones y reflexiones, habíamos preparado para la celebración del 27 de Junio a nuestros colaboradores, a todos aquellos a quienes servimos con nuestros proyectos y a los feligreses de la comunidad parroquial en la que estamos insertas. Vinieron Hermana Sonia de La Paz, Hermana Carmen Abello de Antofagasta y Hermana Rosa de Temuco a sumarse a nuestra comunidad integrada por las hermanas Ema, Estela, Fidelisa y Angélica María. A las 9.30 de la mañana, en la Capilla del Buen Pastor, con alegría y expectación de numerosas personas, se inició la Misa concelebrada por tres sacerdotes: Padre Raúl de Chillán y los Padres Carlos y René de Iquique. En la homilía se resaltó el acontecimiento como una gracia de Dios y como el logro de muchos esfuerzos hasta llegar a la “unión por y para la misión” con el propósito de hacer más visible, profética y eficaz la caridad del Buen Pastor, con su misericordia y ternura a tantos hermanos/as sufrientes en nuestro tiempo y en nuestro mundo. La fiesta del “Sagrado Corazón” fue el contexto más apropiado para resaltar el carisma de la Congregación, recogiendo la rica inspiración y herencia espiritual de San Juan Eudes y Santa María Eufrasia. Como un testimonio viviente de una vida consagrada a este carisma, las hermanas hicieron, ante el Señor y ante la comunidad reunida, la renovación de sus votos, seguida con atención, con piedad y adhesión afectuosa por los fieles. La presentación de ofrendas y signos ponía más en evidencia el sentido de la celebración, en especial la presentación del ícono de San Juan Eudes y Santa María Eufrasia y un corazón con rostros sufrientes, señalando el centro de la dedicación y el servicio de las religiosas a los más pobres, en las huellas de Jesús el Buen Pastor.
La participación de todos los fieles en la Eucaristía fue activa y gozosa, emotiva y alegre, expresada en las plegarias y cantos, en la acogida de la Palabra y en la comunión. Una celebración jubilosa, con expresiones de mucha gratitud para con las Hermanas y la Congregación, lo que ha sido un fuerte estímulo para seguir testimoniando con alegría y generosidad la compasión, la ternura y la misericordia de Jesús a los preferidos de su Corazón. Se exhortó a los colaboradores y a los fieles, en general, a asumir cada vez más, y a su medida, en sus actuaciones, las características propias del carisma de la Congregación a que han adherido.
A la celebración eucarística siguió una convivencia fraterna, en el patio de la Casa de Acogida, debidamente acondicionada. Con sencillez y gozo participaron en ella los sacerdotes, las religiosas, los colaboradores más cercanos y las personas que conducen los variados proyectos en favor de la promoción y defensa de la dignidad de la mujer.
Así nos unimos a las múltiples celebraciones realizadas en el mundo y, desde luego, al acto oficial efectuado en Roma y que pudimos seguirlo a través del video que conocimos y comentamos en comunidad en la misma tarde de ese día.
Hna. Ema Hormazábal
Comunidad Iquique