NO VIOLENCIA - Yo, tú, él, ella, ellos, ellas y nosotros condenamos

Ocurre en la familia, calle, colegio, iglesia, parlamento o el trabajo. Entre hermanos, amigos, socios, parientes. Temprano, tarde o de noche. En días hábiles o festivos. Con buena, mala o sin intención.

Un juicio rápido, obvio, liviano, subjetivo puede llegar a ser como una condena. Su habitualidad los ha convertido en una “costumbre” latente y reactiva que se realiza sin medir ni ver sus consecuencias. Es parte de la violencia que proviene de conductas generalizadas, de difícil erradicación y que poco a poco -por motivos culturales, clasistas, religiosos, excluyentes- han ido ganando esa “dañina” condición de “naturalidad” que suelen tener.

¿Será halago, juicio o injustica el verso chileno “porque todo consigues con tus porfías”? Adoptar en conciencia el verso “Si tu dolor fuera mío y el mío tuyo” ¿contribuiría a menor violencia? ¿Cómo asocia la intención de estos versos a violencia o no violencia?

No violencia es “actuar en justicia”, lo que es opuesto a ser violento entre cristianos, católicos, reconciliadores, agradecidos, humanos, esperanzadores, respetuosos, comprometidos, amorosos, confiables, propositivos. En términos psicológicos es empatía; socialmente es tolerancia y espiritualmente, misericordia.

Ser justo es sentir dentro de uno “la completa igualdad de todas las almas” y buscar sin descanso la equidad (proporción, equilibrio) entre ellas, extendido a mentes y cuerpos. La diversidad de razas, religiones, climas, idiomas, territorios, sexo, edades, etc. son -dentro de “esa igualdad”- dimensiones que enriquecen nuestro crecimiento personal y nos permiten avanzar hacia una mayor humanización. Y esto, es no violencia.

Cada vez que -desde un juicio o prejuicio- se censura o condena una opinión o comportamiento sin que prime la intención de ayudar al crecimiento de ese prójimo, se actúa desde los rasgos violentos de la agresión y la injusticia. Si el resultado es avergonzar, vengarse o castigar, se contribuye al círculo vicioso de la violencia.

Desde el camino de Jesús, reprobar es amoroso, justo y formativo pero, si deviene de un juicio liviano y subjetivo, la acción o persona cuestionadas reciben (en el breve espacio de mi mirada y sentir) el carácter de “cosa juzgada” y en ese caso, habremos actuado desde la vera del camino y en contra de sus enseñanzas.

 

Gloria Bensan
Comisión Justicia, Paz y Solidaridad.