Violencia Contra La Mujer, Nuevo pacto

“Nadie remienda ropa vieja con un pedazo de género nuevo, porque el pedazo nuevo agrandaría la rotura. Ni se echa vino nuevo en odres viejos porque los odres se rompen y el vino se derrama; pero echan el vino nuevo en odres nuevos y así el vino y las vasijas no se pierden” (Mateo 9, 16-17)

 

Por haberla sufrido en carne propia, por saber cómo es, qué se siente, cómo duele y cómo las personas se ven limitadas si son tratadas violentamente, lo novedoso sería que las mujeres aprendan a responder a la violencia… sin violencia.

Es en el ámbito privado donde se requiere mayor esfuerzo. Y es ahí donde las mujeres tenemos la obligación de definir –en unida y leal fuerza- qué continúa siendo violencia en nuestra contra, y qué sigue siendo violencia en contra de los hombres.

También debemos exigirnos actitudes mutuamente pro-activas. Nosotras y la sociedad, sin resentimientos, deberíamos tomar el camino y el sentido individual y colectivo de la esperanza de un mundo mejor.

Así, trabajaremos en buscar acuerdos entre hombres y mujeres sobre cuáles son las conductas violentas, cómo afectan, qué significan y cómo frenan el crecimiento personal, la autonomía y la manera de relacionarse en cada grupo.

De ahí, mirando al presente y al futuro, podría surgir un “pacto del piso mínimo de no violencia”, que quedaría en la auto regulación de todos y todas. 

 

   

“No hagas a nadie lo que no quieras que hagan contigo, ni en lo más pequeño ni en lo más grande”. Derivada de Mateo 7, 12 no sólo es una frase bíblica, un refrán o un mandato… es un sentimiento profundo que nos hace en, o nos “deshace” de humanidad.

¿Qué persona (mujer, hombre, niño, joven, anciano) no se ha sentido maltratada o víctima de injusticias cuando se le ignora, se le niega o se le trata como si fuese invisible? ¿O cuando es objeto de ironías, faltas de respeto, falsos rumores, matonaje, menoscabos, burlas, apodos groseros, insolencias, desautorizaciones, discriminaciones, amenazas, descalificaciones, agresiones, cuestionamientos violentos, represiones, etc.?

¿Por qué? Porque a partir de la definición de roles en el espacio histórico, cultural, costumbrista y religioso, y por ser producto de la imitación, rabia, frustración o falta emocional de caridad y empatía, las injusticias son el arma con que se ataca violentamente debido a emociones no filtradas y que –una y otra vez- vuelven a provocan nuevas injusticias.

Nos resulta agresivamente latero volver a este tema porque ante la frustración de tirar sal al mar, nos parece tan poco útil y repetitivo. Así lo sentimos, pero también sentimos que es necesario retomarlo porque la violencia es un problema cultural, histórico, transversal y estructural en Chile y el mundo. ¿Cuántos hombres han negado su paternidad? ¿Cuántas mujeres han asignado falsa paternidad?... son rasgos históricos de violencia. Pero no nos quedemos ahí. El universo ha hecho de la violencia un agente activo y en evolución. Por su parte, las experiencias horrorosas de guerras junto a la acción de movimientos sociales y femeninos han dado pie a la lucha para poner fin a toda forma de violencia.

Entonces, proponemos avanzar y decir NO a la violencia, pero en ambos sentidos. Queremos agregar a la erradicación de la violencia la que ejercen quienes reciben violencia y queremos que las mujeres asumamos el papel que nos corresponde en este tema que ya vio la luz pública y que se ha instalado en el consciente colectivo.

Necesitamos que este vino nuevo que se nos ofrece pueda ser recibido en odres nuevos. Y esos odres o vasijas, seremos nosotras. Debemos avanzar en conciencia, pensamiento y acción para ampliar nuestra mirada y así comprender, que llegó el momento de decir no a la violencia, estemos del lado que estemos y con quién estemos. Eso sí, no debemos ser violentas ni provocar reacciones violentas. Es nuestro anhelo, consejo y desafío. Porque lo otro es más de lo mismo y ya es redundante como discurso.

Este año, los premios nobeles se eligieron más por el criterio de aporte a una “mayor humanidad” que por lo científico o artístico en cada categoría. Es un gesto definitivo de no violencia. Si evaluáramos la percepción de “cuándo se ejerce violencia” en la familia, casa, trabajo, escuela, parroquia, transporte, comunidad religiosa, traslados, etc. podríamos dimensionar las barreras que generan las actitudes violentas en el afecto, el respeto, la confianza, etc., y que al ojo y ritmo actual, se han “naturalizado”. Invito a poner un “nuevo ojo” que se enmarque en la mirada, sentimiento y actitud de Santa María Eufrasia, imagen no perfecta de Jesús, pero una de las que más se acercan a esa perfección en su trato con los otros y otras.

 

Gloria Bensan
Comisión Justicia, Paz y Solidaridad.