Laudato Si: desde el vertedero I

2242846

El 19 de enero la ciudad de Santiago amaneció con el aire fétido en muchos sectores. La razón? En la tarde del domingo había comenzado un incendio en uno de los grandes vertederos que reciben los residuos domiciliarios. Una semana antes, grietas y deslizamientos habían advertido de riesgos a la empresa que administra el vertedero. Ese día, toda la ciudad fue afectada, en los sectores donde no llegaba el olor la nube gris cubrió el cielo: se sugirió no realizar actividades físicas y las comunidades cercanas hicieron públicas sus reiteradas denuncias. La autoridad fue confusa, entre que está controlado pero todavía no, entre que “la nube de humo es tóxica” pero parece que no.

Una semana después, el humo del vertedero ya no se veía aunque aún se escuchan las repercusiones. Por lo pronto, ese vertedero no puede funcionar por orden de tribunales.

Mientras seguía las noticias, en los días más cercanos al incendio, trataba de hacer memoria de la encíclica que nos regaló el papa Francisco en 2015, Laudato Si y, todavía, resuenan distintas aristas del tema de Santa Marta que hacen pertinente.

El papa nos llama a considerar “la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes” y nos recuerda que producimos “cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”.

El incendio y cierre de uno de los vertederos de una gran ciudad y los problemas que eso representa para las personas tiene diversas aristas.

Una de las primeras es que este gran incendio –aunque fue muy localizado- es un ejemplo de que lo que pasa en una parte nos afecta a todos. En este tiempo hemos ido aprendiendo que en sistemas interrelacionados como es el ambiente en que vivimos, las acciones de cada uno repercuten en los demás.

Los accidentes como el de Santa Marta no afectan solo a un municipio o a una localidad y, puestos a ello, podemos preguntarnos ¿porqué –si la basura es problema de todos- una sola comunidad debe ser afectada por los residuos de todos?

Periódicamente surgen en la prensa denuncias de vecinos de distintas comunidades afectadas porque en ellas se han instalado los rellenos donde se depositan los residuos de la ciudad. Vemos niños enfermos o que no pueden salir a jugar por el olor, casas llenas de insectos, una vida que se ha visto bruscamente deteriorada. Usualmente son comunidades donde se palpa y se huele la pobreza.

El papa nos llama a tener en consideración que en nuestra sociedad los problemas ambientales suele tener un costo mayor para los pobres. Podemos decir que las superficies donde se emplazan estos basurales son más baratas, pero lo que no podemos desconocer es que ellas fueron –y en algunos casos siguen siendo- lugares donde viven personas y las hemos convertido en “depósitos de porquería”.

Centro de Espiritualidad
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Notas anteriores