Reflexión en Jueves Santo

Ha llegado la hora...

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Fotografía extraída de: http://bom-vrgla-mreze.blogspot.cl/2015_04_01_archive.html

Para el evangelista san Juan la hora puede significar un instante preciso durante un día cualquiera, un momento oportuno y determinado en el que ocurre algo cargado de consecuencias para los hombres o para Jesús. Sin embargo, como preámbulo de la Pasión la Hora es la revelación del Padre ya no con sus palabras1 , sino mas bien con su entrega revela el amor incondicional del Padre por toda la humanidad.

Ha llegado la hora de pasar de éste mundo al Padre; Jesús lo sabe, y la forma que tiene de expresar que el tiempo se ha cumplido, es ponerse frente a sus amigos y amigas como ofrenda, donación y servicio; esta al frente como quien no tiene nada a su haber, sino solo servir.

Jueves santo, día del amor hasta el fin. El Maestro toma la toalla y la ata a la cintura como lo haría cualquier esclavo o sirviente de su época y realiza el gesto de acogida y hospitalidad: Lavar los pies.

¿Qué significa para nosotros el gesto de Jesús? ¿Es sólo un gesto que recordamos en nuestras parroquias o capillas?

Si pusiéramos nuestra mirada en el acontecer, el servicio es una acción buena , desinteresada muchas veces y que puede durar un tiempo determinado. Sin embargo, los gestos y palabras de Jesús no son por un determinado tiempo, son condición del discipulado misionero, es decir, son gestos y palabras que se vuelven la vida de quien comparte su mesa, quien escucha su voz y se sabe hermano/a de todos/as.

Atarnos la toalla a la cintura y ponernos a los pies de nuestros hermanos/as, significa reconocer que nuestra vida tiene sentido en la donación, reconociendo todas las virtudes, valores, energía y por sobre todo, reconocer la vida que nos ha regalado el Padre en el Hijo se hace fecunda al hacernos prójimos, creciendo en la humanidad que Jesucristo ha hecho plena con su encarnación, muerte resurrección.

Ha llegado la hora para manifestar la alegría de habernos encontrado con Jesús el Hijo de Dios, que se ha puesto a nuestros pies, haciéndose prójimo de toda la humanidad, especialmente aquellos heridos por el pecado, las adversidades y que claman por compasión y misericordia.

Por el gozo que habernos encontrado con Jesús: Vida en abundancia, pongámonos a los pies de cada hombre y mujer con alegría, ternura y compasión, para lavar, curar, acompañar y anunciar a la Buena Nueva del Reino de Dios.

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1 Ferrando, Miguel. Ver a Jesús, Ver al Padre. Ed. Universidad católica de Chile, Santiago, 2000. Pág. 222-223.


Hna. Carolina Madariaga M.

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