La Serena/Chile.
El proyecto “Mujer camina con esperanza, no estás sola”, inició en junio del año 2018 en Fundación Madre Josefa, La Serena, donde una vez por semana en el sector de Tierras Blancas y Balmaceda se reúnen mujeres de diversas nacionalidades se reúnen para aprender y compartir en talleres de repostería, huerto, piscología, informática, costura y manualidades.
Este mes fue el turno de los talleres de manualidades donde las participantes aprendieron las tres R: a Reutilizar, a Reciclar y a Reducir. Diversos materiales los convirtieron en artículos de uso diario, como por ejemplo el papel de diario en una cesta y las botellas de plástico que las transformaron en maceteros para adornar los jardines.
Celebramos la vida contemplando nuestro proceso del proyecto:
El 23 de marzo quisimos hacer un alto en este caminar, ya han pasado 8 meses de reuniones con las participantes y es necesario evaluar y compartir lo que ha significado este proceso en sus vidas, es por ello, convocamos a las participantes del sector de Balmaceda iniciando con una oración motivada por el equipo de Pastoral, luego la bienvenida de Hna. Guadalupe, reflexionando sobre “los incontables”, actividad que contó con la presencia de 38 mujeres, donde 11 de ellas eran de habla hispana y 27 mujeres de nacionalidad haitiana quienes trabajaron de manera conjunta e interculturalmente divididas en 6 grupos quienes mediante diferentes expresiones artísticas dieron a conocer su reflexión y lo que ha significado para ellas ser parte de este proyecto. Asimismo como signo de este proceso, se les entregó un libro como diario de vida, para volcar allí sus experiencias significativas y socializarlas al termino del proceso del proyecto.
Para llevar a cabo esta actividad contamos con el apoyo de voluntarios, entre ellos “Grupo somos” integrado por jóvenes profesionales que colaboraron con el cuidado de los niños y niñas de las mujeres beneficiarias y la ayuda del grupo Santa María Eufrasia, compuesto por mujeres líderes que comparten hacen 5 años como comunidad de vida. Ellas colaboraron con la preparación de los alimentos su distribución.
Con estas palabras,de una de las participantes, cerramos este nota. “No solo aprendí a cocinar, sino que también me sentí acogida y amparada…”
Damos las gracia a todos los voluntarios/as, les enviamos muchas bendiciones, quedamos con el corazón lleno alegría y amor con todos los que colaboraron en esta iniciativa.
Teresa Piñones Alcayaga/Fundación Madre Josefa