Responder al llamado de Jesús Buen Pastor
La hermana María Angélica Guzmán Vicuña nos cuenta cómo despertó su vocación a la vida consagrada: "en realidad fue algo muy de repente, yo siempre me interesaba en las cosas de Dios, en general, leía mucho de todas las religiones pero un día mi padre me invitó a que conociera a dos personas muy especiales. Era la época en que el comunismo estaba muy floreciente en Chile y yo compartía mi tiempo con los artistas e intelectuales en la época de la candidatura de Pablo Neruda. Tenía muchos amigos, pololos, que pertenecían al ámbito de la extrema izquierda; se retiró Pablo Neruda y yo trabaje mucho con la campaña de Allende, tenía unos 17, 18 años. Mi papá quedó alarmado por estas actividades mías y me llevó a que conociera a un sacerdote, era el Padre Hurtado. Yo nunca había escuchado antes hablar del Padre Hurtado pero entre la mayoría de la gente era muy conocido, tenia la fama de Santo. Al verme el Padre Hurtado me preguntó: ¿qué le trae por aquí? y yo le respondí: bueno, mire, dicen que yo soy comunista y él me dijo: ¡Ah!, no se preocupe que también dicen lo mismo de mí.
Mi encuentro con el Padre Hurtado fue muy agradable, fue una entrevista muy rápida y después de eso mi papá me dijo que ahora me tocaba conocer a una mujer muy fantástica, una religiosa, y entonces conocí a una hermana del Buen Pastor, María Salvador Parent, canadiense. A mí me impactó mucho, era una mujer muy abierta, simpática, de mucha risa. Me preguntó si me gustaría hacer un retiro a lo que respondí afirmativamente. Estuve en la Casa de Avenida Matta como una semana y ahí me encantó la iglesia, el ambiente de oración, me prestó unos libros de espiritualidad estupendos y a mí me gustaron, en ese ambiente sentí que eso era lo mío. Un día, una de las hermanas mayores, una monjita que tenía 92 años, Corazón de Jesús, me dijo que yo tenía vocación religiosa y sus palabras encontraron eco en lo profundo de mí.
Pensé ser Carmelita porque a mí me gustaba la contemplación; cuando la hermana Salvador lo supo me invitó a que formara parte del Buen Pastor. No hermana, le dije, yo no soy para el Buen Pastor porque ustedes trabajan con chiquillas y yo soy más vivaracha y pecadora que las chiquillas así que no me sentiría preparada para este tipo de misión. La hermana Salvador insistió en que yo era para el Buen Pastor y el Obispo Mons. Munita, que iba mucho a confesar a las niñas, dijo que en realidad yo podía ser hermana del Buen Pastor porque allí encontraría lugar para la contemplación y acción y podría hacer una labor preciosa. Tuve algunas luchas de fe, porque confundía lo que sentía con lo que creía. Acepté la vocación como algo que yo recibía y empecé a prepararme interiormente y me alejé de todo: de mi hermana, mis amistades, mi casa, mi ropa... tomé en serio mi llamada. Me fui a Europa con mi padre quien no tenía idea de mi decisión. Siento que Dios me libró de la muerte en un accidente al norte de Italia, en que nuestro vehículo, después de un choque frontal con un camión quedó incrustado debajo del mismo. Yo me quedé en Inglaterra con mi hermano Ismael 4 meses y con él nos fuimos a Angers, Francia, e ingresé en la Casa Madre del Buen Pastor. Desde ese momento mi vocación fue creciendo y nunca la he aflojado.
Durante mi infancia existieron muchas situaciones que me marcaron, fue un proceso dentro de mi historia de salvación. En el campo conocí las misiones, se hacían exposiciones con el Santísimo, momentos muy solemnes, muy motivadores, toda la gente del campo participaba y se hacían procesiones, a mí eso me llegó mucho. De adolescente (16 a 18 años) tuve una amiga mayor que era muy estudiosa de la Biblia y ella me introdujo en la Escritura; me recomendó el Apocalipsis, libro que me impactó profundamente, allí encontré tantas cosas como el no ser tibia, llegar a ser como persona nueva, cosas muy profundas, muy contundentes que me cuestionaban. Otro suceso que me marco profundamente pero que me di cuenta en mi adultez, es que de chica yo le pregunté una vez a mi mamá a quién quería más si a mi papá o a Dios y entonces ella me miro largamente y me dijo: a Dios. La memoria de este hecho es iluminador en mi llamado y en mi desarrollo espiritual puesto que Dios es el Primero y el más importante.
También tengo viva la audiencia privada de mi familia con el Papa Pío XII, me marcó por su cercanía, sencillez e interés por lo que hacíamos. Siento que este contacto y el del P. Hurtado, removieron algo en mí".
Dios habla a través de la palabra
"Cuando hice el noviciado me dediqué a la contemplación, al encuentro con Dios. Me interesaba el encuentro absoluto con Dios ya lo demás vendría por añadidura; leí mucho, mucho, también trabajo de aseos y estudié canto gregoriano. En el segundo año hice mi experiencia apostólica con niñas caracteriales, que eran muy difíciles.
Más adelante, y ya de vuelta en Chile, mi misión apostólica fue amplia e intensa. Por ejemplo, estuve acompañando a las hermanas contemplativas, les enseñaba canto, les enseñaba teología, títeres y trabajé mucho con ellas, me encantaba ese ambiente. Fui durante 10 años asistente de noviciado, allí enseñé mucha Sagrada Escritura lo que fue también muy rico para mí, pues me permitió transmitir lo que yo iba estudiando y orando; era una formación para ser toda de Dios en el Buen Pastor. Hice mucha clase en la Escuela Básica, y Media, de biología, matemáticas, religión, historia desde primero básico a cuarto medio así que tuve muchos contacto permanente con las niñas; después estuve en los hogares y ahí también se fue afianzando lo que yo podía dar de mí. Soy licenciada en Ciencias Religiosas, y estudié Pedagogía en religión en la PUCC. Estudié Instrucción de Coro, en la U.de Chile. En mi casa había estudiado piano varios años y composición musical, lo que me permitió tocar armonio y órgano para acompañar los coros. Formé coros polifónicos con las niñas y las contemplativas, en todas las Casas donde estuve, hasta que perdí la voz y disminuyó la audición. Uno ve cómo la vocación va buscando otros rumbos de expresión, que sería largo enumerar, algunas veces me he implicado más en lo social, en lo apostólico pero a mi realmente lo que me atrae es transmitir la palabra de Dios, la Biblia, eso me encanta, me fascina.
Reconozco que la dispersión me ha alejado algunas veces de lo esencial, y agradezco la gracia de Dios que me ha hecho bucear en las profundidades de mi persona y acercarme mejor a Él y a las personas. La espiritualidad para mí es fundamental, sin ella una se queda como trunca. Ha sido muy importante en mi vida estar en permanente contacto con lo que pasa en el mundo y mirarlo con los ojos del Señor. Entonces eso, lo global, es muy importante en mi vocación. El arte, lo bello tienen un puesto central en mi vida...la pintura, la música...la naturaleza, la danza, el cuerpo. En ese abanico de posibilidades pude apoyar a las jóvenes y niñas y potenciarlas en todos los aspectos para que tuvieran una formación integral religiosa, humana, cultural, artística, intelectual y deportiva.
Me embarqué en la vida religiosa a los 20 años en 1953. Hoy, a los 78 años vivo mi misión en el Centro de Espiritualidad del Buen Pastor dando talleres y apoyando comunidades de oración según el "Itinerario Espiritual con San Juan Eudes".
Vocación de ser religiosa
Dada su vasta experiencia en el acompañamiento espiritual, la hermana María Angélica señala que para descubrir la vocación de ser religiosa es necesario "escuchar a Dios y Dios habla de muy diferentes maneras, algunas veces habla a través de las Pastorales Vocacionales, a través de algún servicio misionero, de personas que nos marcan, de alguna homilía, de lecturas, de la oración. En general, se van juntando varias experiencias de vida hasta que se produce la eclosión de la vocación. A mí, Dios me habló finalmente a través de una religiosa viejita que me dijo: "tú tienes vocación". Entonces, yo veo que lo más importante en una persona es tener sed de absoluto porque en la vida religiosa y en la vida cristiana lo fundamental es la búsqueda de la unión con Dios, eso es lo básico y lo apostólico viene a partir de ahí. Los grandes místicos y espirituales como Santa María Eufrasia y San Juan Eudes buscaban la unión con Dios para entregarlo en plenitud y allí encontraban el sentido de la misión que desenvolvieron con creatividad y audacia. La vocación religiosa es para entregar a Dios a los demás, y en los ministerios es fácil perder el norte. A mí me ha pasado y en este sentido para que el polo esté siempre ante mi existencia, me preocupo de mi autoformación. Soy una agradecida de la Congregación que me alienta en la formación de manera actualizada, impulsándome a ser una religiosa del Buen Pastor del siglo XXI.
Dios me habla a través de la Palabra y a través de los acontecimientos de la historia nacional, e internacional, de la historia familiar y también a través de las relaciones con personas que influyen mucho en mí vida.
Optar por la vida religiosa ha sido la mejor decisión que tomé en mi vida; fue una cuestión tan categórica que hoy no me la puedo explicar por eso yo veo que es clarísimo el llamado de Dios y que uno tiene que dar el paso; es cuestión de decisión. Ser religiosa empieza con un enamorarse, y este amor he tenido que cultivarlo, en las buenas y en las malas, lo bueno es que Dios no falla.
La Congregación del Buen Pastor es una gran congregación y yo he tenido el privilegio de, primero, entrar en Francia, donde me empapé en forma natural de la Casa Madre, la sentí mi Casa. Nuestra Congregación también ha dado pasos muy grandes, muy comprometidos con el mundo y creo que muchas veces nosotras no somos conscientes de esos pasos en nuestro caminar. Quisiera que todas nos empapáramos de la Congregación, rostro visible del Pastor Bueno Jesús. En la Casa Congregacional, que está en Roma, en la Casa Madre, en los Capítulos, en las Asambleas Regionales, vemos lo difundida que está la Congregación, se ven las distintas formas de ser, las distintas culturas, tenemos una diversidad tan grande, dentro de la unidad que es muy linda, muy rica y con mujeres muy comprometidas que son buenas pastoras". ¡Qué alegría me da el pertenecer a la Congregación del Buen Pastor!
Centro de Comunicación