En los diversos rincones de la Casa Madre, las que hemos tenido la gracia de visitarla, nos encontramos con lugares históricos como este memorial que nos conduce, a recordar a Madre María Eufrasia.
Aquí existía una capilla dedicada a la Virgen de La Salette a quien Madre María Eufrasia le guardaba profundo cariño, devoción y gratitud.
La Virgen se apareció radiante y tierna a dos pastorcitos, en la colina de La Salette en el sudeste de Francia, el 19 de setiembre 1846.
Relatan los Anales de la Casa Madre que, en el mes de mayo de 1867, a Madre Eufrasia le afectó una grave enfermedad, estuvo en peligro de muerte. Las hermanas emprendieron una cadena de oración entre las religiosas, las contemplativas, las niñas, las jóvenes; todas las comunidades se volcaron a orar por ella; incluso se imponían grandes sacrificios. Muchas personas fueron las que oraban a la Virgen de La Salette por su recuperación. Madre María Eufrasia le prometió una novena y tomó el agua bendita que le trajeron de la montaña donde se apareció la Virgen. Ella, como buena Madre escuchó las plegarias y María Eufrasia recuperó su salud. Por esta razón, unos meses más tarde, cuando recibió a la Madre Josefa Fernández, a su hermana novicia María de la Inmaculada, les dice: “He estado muy enferma. Yo debía morir y la Santísima Virgen me ha conservado la vida para que pueda verlas.”
En este lugar existe una placa en mármol negro con letras doradas, indica el recuerdo de las Bodas de Oro de Madre María Eufrasia quien las celebró ese año, el día 8 de setiembre 1867. Gran cantidad de hermanas y jóvenes internas desplegaron su arte, sus cantos, sus regalos para ornamentar el monasterio y engrandecer así, tan significativa conmemoración de nuestra Fundadora.
En esta fiesta solemne, hizo su Profesión la novicia María Inmaculada, hermana de Madre Josefa. Con ella, otras 17 novicias profesaron. Como su familia no pudo asistir desde Chile, su padre Don Pedro Fernández solicitó al Señor Marqués de Ogaván residente en Madrid, que los representara en tan especial profesión de su hija a quien Madre María Eufrasia llamaba “Mi Paloma”. Cortos se hicieron los meses a Madre María Eufrasia y Madre Josefa, estas dos grandes almas, cuyos corazones desbordaban inmenso amor a Dios y a la misión de la Congregación.
Eliana Letelier, Archivera Buen Pastor, Provincia Bolivia-Chile.
Santiago, 12 agosto 2020
La Paz/Bolivia
El 21 de septiembre, en el día de la primavera y la amistad, nos reunimos como Fundación Levántate Mujer para compartir nuestros desafíos y regalos que nos trajo la pandemia.
Entre los desafíos, destacamos el reinventar nuestra misión desde casa, el asimilar el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación para continuar con el trabajo cotidiano y reflexionar sobre la situación desde una mirada positiva.
Los regalos que más apreciamos son el pasar más tiempo en familia, el deseo de experimentar la presencia de Dios que nos protegió en todo momento y ha permitido vencer al virus, el vivir la fraternidad y sororidad y la solidaridad en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Ana, de Oruro nos comparte que “hace bien compartir y escuchar experiencias de otras compañeras para comprender el entorno. Sentí la unión, fraternidad y sororidad que se vive como fundación. El escuchar el canto Quien ha encontrado un amigo ha encontrado un tesoro me emocionó. Doy gracias al Buen Pastor por este hermoso regalo”, finalizó.
“Volver a reunirnos en comunidad con el equipo de la Fundación fortalece el trabajo en la misión de la Congregación, ya que estrechamos lazos de fraternidad y sororidad. Nuestras relaciones se construyen día a día y anhelo entablar relaciones sólidas para dar lo mejor de cada una/o.”, compartió Sandra desde la Paz.
Después de este compartir nos unimos para darle gracias a Dios por el don de la vida y por el regalo de amor. Nos iluminaron textos bíblicos que nos hablan del amor como un regalo que podemos dar y recibir gratuitamente, lo que nos permite entrar en esa relación amorosa con Dios y con nuestras hermanas y hermanos.
Cada oficina pudo compartir y expresar la relación de amistad que existe con las personas que forman parte de la Fundación en los distintos departamentos. ¡Qué alegría ver sentir el expresar sus regalos de amistad!
Por. Hnas. Sandra Mejía, Rosa; Jeannette y Sandra
Santiago/Chile
“Coquita” es como sus familiares le dice con cariño a Hna. Angélica, quien ingresó a la Congregación el año 1995 en la ciudad de Coquimbo, IV región de Chile.
La cita para la eucaristía de renovación de Votos Perpetuos de Hna. Angélica Camus fue el domingo 27 de septiembre. La celebración fue presidida por el Provincial de la Orden de la Merced en Chile el P. Mario Salas Becerra O.de.M, acompañado de las comunidades de la Sede Provincial, Contemplativas y de Formación.
La animación de la Santa Misa de hna. Eliana Letelier Palma, Secretaria y Archivista Provincial, le dio a la ceremonia la solemnidad y ambiente festivo necesario para vivir este “Si a Jesús”. Con hermosos cantos a cargo de la Comunidad de Formación de Puente Alto, Hna. Angélica narró interpelada por el sacerdote la fórmula de renovación para su posterior firma por parte de ambos y la Animadora Provincial. Hna. Sandra Suárez Cordero.
Hna. Angélica nos comparte que sintió “una gran alegría, ya que María siempre ha estado presente desde el día de mi nacimiento fui encomendada a Nuestra Señora de Lourdes. ¿Cómo no estar feliz, si el día en que iba a entregarme a Jesús en la vida apostólica se celebraba en Chile extraordinariamente a la Virgen del Carmen? Ella siempre ha estado a mi lado, tomándome de la mano y cubriéndome con su manto de amor y conduciéndome a Jesús.
Me embarga un inmenso sentimiento de gratitud y amor hacia mis hermanas contemplativas. Muy feliz de ver a hermanas Gabriela y María presentes en la ceremonia. Ellas son reflejo de ese amor de Jesús que recibí en la vida contemplativa. Esta vida es maravillosa, ¡quiero mucho a las hermanas!
Doy gracias a mis padres por todo lo que me entregaron, pero estaba triste por mi madre que partió al Padre hace poco, sin embargo, su compañía estaba conmigo, ya que ella amaba mucho a Jesús. Ella debe haberse sentido feliz de este nuevo paso de entrega y compromiso, a pesar de mi miseria y pequeñez.
Estaba nerviosa y ansiosa en la ceremonia, ya que es un hermoso desafío el que me espera y que no puedo hacerlo sola, sino con la ayuda de Dios.
Y finalmente estoy muy alegre, ya que sentí que el Señor manifestó su voluntad y este SI que me deba la Congregación de acogerme en la rama apostólica, no era solo una idea mía, sino que de Él.
Estoy muy agradecida de Dios, de Jesús, que a pesar de mi pequeñez Él me sigue amando y llamando. Está conmigo y espero ser dócil a su voluntad”, finalizó.
Por. Centro de Comunicación